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Destino Digital

Episodio 02

Competencias digitales y empleabilidad

El segundo episodio de “Destino Digital: Conversaciones sobre lo que vendrá” analiza la necesaria transformación de la educación para impulsar las competencias digitales y una empleabilidad de calidad, los principales retos que España debe afrontar en este ámbito, el papel de las políticas públicas y del sector privado en esta labor y cómo evitar las brechas que todo ello plantea.

Para ello, conversamos con Cristina Garmendia, presidenta de la Fundación COTEC y exministra de Ciencia e Innovación de España, y Rafael Domenech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research.

¿Cómo debemos plantear la educación y la búsqueda de una empleabilidad de calidad a través de la innovación y la tecnología? ¿Cuáles serían las prioridades?

Rafael Domenech: La primera prioridad es tratar de formar y educar personas cuyo conocimiento sea complementario con las nuevas tecnologías y no sustitutivo: si es sustitutivo, tarde o temprano la inteligencia artificial o la robotización podrían sustituir a estas personas. Además, sabemos que esta disrupción digital está provocando polarización en el mercado de trabajo, y necesitamos evitar la desigualdad formativa. El caso de España es muy particular entre las economías avanzadas: entre los segmentos de población de 25 a 34 años hay un 45% de jóvenes con educación superior, pero también un 33% que carece de formación más allá de la ESO. Esto contrasta con Corea del Sur, donde un 70% de los jóvenes cuenta con algún tipo de formación superior y solo un 2% no pasó de educación obligatoria. Y la tercera clave es cómo mejoramos y fomentamos la educación continua: hoy día hay un desajuste entre vacantes en las empresas y oferta de trabajo, con un desempleo del 13% y una situación de tensionamiento del mercado de trabajo. Muchas de esas vacantes están en los sectores de nuevas tecnologías: al mismo tiempo que hay 3 millones de desempleados en España, hay también vacantes que no se cubren porque hay un desajuste entre formación y tejido productivo.

Cristina Garmendia: Cuando proyectamos el futuro, deberíamos pensar cuál el mapa del talento global de nuestro país. Todo pasa por la digitalización, pero el sistema educativo debe impulsar también nuestra empatía, nuestra creatividad, nuestra capacidad de improvisación, que son cuestiones esencialmente humanas y deberían estar en el núcleo de las políticas educativas. A continuación, otra segunda capa concéntrica sería la dimensión de ciudadano digital, todas las habilidades que necesitamos adquirir y potenciar para relacionarnos con nuestros amigos y también con la Administración: necesitamos obtener conocimiento para gestionar nuestros datos, proteger nuestros derechos, gestionar nuestras libertades. Y una tercera capa serían los trabajadores digitales, con capacidades y habilidades digitales avanzadas que tendrán que revisar muy rápidamente porque de lo contrario se sustituirán. Pero si no ponemos la dimensión humana en el núcleo del abordaje educativo, puede ser un poco disfuncional.

Más allá del tipo de empleo o trabajo concreto, ¿cuáles son las competencias y habilidades que convendría potenciar?

Cristina Garmendia: En la Fundación COTEC hemos desarrollado un estudio junto con la Fundación ISEAK para analizar estas competencias. El impacto de la automatización y la innovación sobre el empleo es en términos netos positivo: se generan puestos de trabajo. Pero la naturaleza y la composición de este trabajo está cambiando y es lo que está generando la polarización que mencionábamos antes. Se requieren competencias abstractas, en profesiones relacionadas con el desarrollo científico, alta dirección empresarial, coordinación y organización. Por otra parte, en la escala salarial más baja se demandan cualidades que tienen que ver con la economía de los cuidados, como la empatía. Este tipo de empleos de la economía de los cuidados es susceptible de profesionalizarse y alcanzar salarios superiores, por ejemplo, por la introducción de la telemedicina, que requerirá capacitación digital. Decaen además todas las profesiones de tareas rutinarias o repetitivas, ya sea en la construcción o en la industria, en labores de manipulación.

Rafael Domenech: Coincido en que no solo hay que poner el foco en las STEM (ciencias, matemáticas, ingenierías…). También son necesarias las habilidades soft o blandas. La forma de mover los segmentos salariales más bajos hacia los más altos es con capacidades tecnológicas que les ayuden a ser más productivos, y conocimientos complementarios a las nuevas tecnologías. En todo caso, lo que necesitamos en todos los ámbitos es formar personas con capacidad para seguir aprendiendo y mejorando su cualificación a lo largo de toda su carrera profesional. El riesgo de automatización es bajo en ocupaciones con personas de estudios superiores, capacidad de liderazgo y trabajo en equipo. Pero muy alto en trabajos de menor cualificación, y más repetitivos.

¿Está consiguiendo España alinear la educación y formación profesional con un modelo productivo innovador basado en tecnología y digitalización?

Rafael Domenech: Estamos avanzando mucho, pero aún estamos lejos de los países de referencia. Tenemos una brecha en términos de formación educativa (en capacidad para resolver problemas numéricos, comprensión lectora) de un 10% respecto a estos países. Y la brecha incluso se amplía, hasta un 25%, en términos de capacidad para aprovechar las nuevas tecnologías digitales. Debemos atender la excelencia educativa, pero la disrupción digital transpira hasta la base de la distribución educativa, debemos ser capaces de mejorar en todos los niveles.

Cristina Garmendia: En general, la formación universitaria en España es buena, pero hemos fallado en la formación intermedia: la formación profesional ha sido un estigma en nuestro país, y hay un gap entre demanda y oferta de determinados perfiles. Pero en el ámbito universitario, hay también un problema de adecuación entre la capacidad de los jóvenes universitarios y su desempeño dentro de las empresas, la inversión educativa que se ha hecho es poco productiva en el sistema económico. Especialmente en las pequeñas y medianas empresas.

¿Qué ingredientes principales debería incorporar España para mejorar su competitividad en materia de formación y su relación con las nuevas competencias que demanda el mercado laboral?

Rafael Domenech: Sigue llamando la atención la alta tasa de fracaso escolar y abandono del sistema educativo en España, lo que supone un hándicap de partida. Es necesario mejorar la formación profesional, pero también la universitaria. Es muy importante la formación continua, en la que hay una triple responsabilidad: de las administraciones públicas, de las empresas y de las personas. En esto podemos apalancarnos en las nuevas tecnologías: con inteligencia artificial y big data podemos identificar con qué capital humano contamos, qué necesitan las empresas y cuáles son las tendencias de cualificación y formación en el futuro.

Cristina Garmendia: Añadiría como propósito ser mucho más colaborativos, en la apuesta educativa es fundamental la cooperación para saber qué se necesita, qué se demanda y cómo se construye el trabajo de forma conjunta con las administraciones públicas y autoridades educativas. En pandemia hemos visto que los profesores del sistema educativo público, sobre todo de educación primaria y secundaria, carecían de las herramientas y el conocimiento para abordar el reto mayúsculo de implantar una educación digital de la noche a la mañana. El sistema educativo público está demasiado encorsetado con normas que impide a los profesores analizar el presente, rectificarlo y proponer con agilidad. Y se corre el riesgo de que se produzca una brecha entre el sector educativo privado y público, también en el ámbito universitario. Es preciso invertir en herramientas para el profesorado a lo largo de todo el ciclo formativo, y flexibilidad para poder realizar los cambios necesarios en el sistema.

¿Qué oportunidades nos brinda el marco regulatorio y de políticas públicas para avanzar en la innovación del mercado laboral y el modelo productivo español?

Cristina Garmendia: Es urgente abordar una colaboración público-privada comprometida con el bien común, estamos inmersos en una actividad inversora muy fuerte con el programa NextGen, también en una intensa actividad legislativa con la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, cuyo artículo 2.f habla de innovación pública. La innovación pública abre nuevas oportunidades, muchas veces ha sido quien ha abierto nuevas vías con enorme impacto para el sector privado. Pero también el sector público se puede inspirar en muchas prácticas del sector privado. En el ámbito educativo, sería interesante inspirarnos en algo ya muy testado en la industria: programas pilotos para probar y escalar, tomando decisiones basadas en datos y no en opiniones. Nos faltan políticas educativas basadas en la evidencia de los datos.

Rafael Domenech: Apuntaría también que tenemos una oportunidad adicional: aprovechar los fondos europeos para transformar la economía y la sociedad y cerrar muchas de las brechas que hemos identificado. Es una oportunidad, pero también un reto y una responsabilidad: invertir bien y de forma eficiente el dinero, y evaluar antes y después de ejecutar proyectos, para saber dónde podemos mejorar. Lo que convierte en líder a un país es el consenso de que la inversión en capital humano y educación es la más rentable.

¿Cuál sería la clave para mejorar las competencias digitales y la empleabilidad en el entorno digital?

Rafael Domenech: Necesitamos generar cultura y consenso de que el capital humano y la educación es la verdadera riqueza de los países y de las sociedades. Cualquier estrategia de mejora del bienestar y progreso social e individual pasa por generar una cultura favorecedora de la mejora continua del capital humano. Necesitamos también que ese conocimiento esté orientado a generar un capital humano complementario a las nuevas tecnologías y no sustitutivo. Y debemos apalancarnos en las nuevas tecnologías para identificar tendencias y diseñar estrategias.

Cristina Garmendia: Recomendaría no cejar en la inversión educativa como primera política económica del país. Es indispensable la cooperación entre el sector educativo, el mercado laboral y el sector productivo, de forma sistemática. Y es importantísimo diseñar políticas para la inclusión digital, que pongan a las personas en el centro.

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